
1 de cada 10 adultos en Perú padece una enfermedad renal crónica
Realizarse pruebas sencillas de sangre y orina puede ayudar a detectar la enfermedad renal crónica a tiempo. Se estima que 1 de cada 3 personas tiene riesgo de desarrollarla, y un diagnóstico temprano puede marcar una gran diferencia en su calidad de vida.
Aproximadamente 837 millones de personas en el mundo viven con enfermedad renal crónica (ERC), una cifra equivalente a la población de Europa. En América Latina, alrededor de 70.7 millones de personas padecen esta enfermedad, lo que representa una prevalencia del 10.8% de la población de la región. En Perú, el escenario es similar, dado que se estima que uno de cada diez adultos en Perú padece de esta condición.
La ERC es una afección silenciosa que avanza sin mostrar síntomas evidentes en sus primeras etapas, lo que dificulta su detección temprana. Sin embargo, los expertos coinciden en que pruebas regulares y cambios en el estilo de vida pueden prevenir o ralentizar su progresión, mejorando significativamente la calidad de vida de los pacientes. Se estima que 1 de cada 3 personas tiene riesgo de desarrollarla, por lo que un diagnóstico temprano puede marcar una gran diferencia.
Los factores de riesgo más comunes incluyen la diabetes, la hipertensión arterial, la obesidad y los antecedentes familiares. Para quienes se encuentran en estos grupos, realizarse pruebas regulares es fundamental para detectar la enfermedad a tiempo. Las principales herramientas de diagnóstico incluyen pruebas de sangre para medir la tasa de filtración glomerular (eGFR) y análisis de orina para evaluar la relación albúmina-creatinina (ACR). Estos estudios permiten identificar señales tempranas de daño renal y brindar la oportunidad de frenar o retrasar la progresión de la enfermedad.
Se recomienda que las personas con factores de riesgo se realicen estos exámenes al menos una vez al año. Estas pruebas son simples, rápidas y no invasivas, lo que las hace accesibles para todos. La tasa de filtración glomerular estimada (eGFR) mide qué tan bien los riñones filtran los desechos de la sangre, mientras que la relación albúmina-creatinina (ACR) detecta la presencia de proteínas en la orina, un signo temprano de daño renal. Ambas pruebas pueden realizarse durante un chequeo médico de rutina.
Además de las pruebas de laboratorio, la prevención juega un papel clave en la salud renal. Mantener una alimentación balanceada, reducir el consumo de sal, evitar el uso excesivo de medicamentos sin prescripción y realizar actividad física regularmente son medidas esenciales para preservar la función de los riñones. Expertos también recomiendan evitar el consumo excesivo de bebidas azucaradas y priorizar la hidratación con agua, ya que estos hábitos ayudan a reducir el riesgo de diabetes e hipertensión, dos de las principales causas de la ERC.
Mantener un peso saludable y evitar el tabaquismo también son factores clave, ya que tanto la obesidad como el hábito de fumar aumentan significativamente el riesgo de padecer enfermedades renales. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la American Kidney Foundation, estas medidas preventivas son fundamentales para reducir la incidencia de la ERC y mejorar la salud general.
El uso de tecnologías avanzadas, como analizadores automatizados de muestras de orina y microscopía digital, ha mejorado la precisión diagnóstica y facilitado la detección de anomalías en la función renal. Estos avances permiten a los laboratorios clínicos ofrecer resultados más rápidos y confiables, lo que se traduce en un mejor seguimiento para los pacientes.
«El diagnóstico temprano de la enfermedad renal crónica puede hacer una gran diferencia en la vida de las personas. Nuestro objetivo es que más personas tengan acceso a pruebas simples y precisas, que les permitan cuidar mejor de su salud renal y tomar decisiones informadas junto a su médico», comentó Hélida Silva, Directora de Medical Affairs para América Latina en Siemens Healthineers.
Además de salvar vidas, la detección temprana de la ERC tiene un impacto positivo en la sostenibilidad de los sistemas de salud. Se estima que el costo global de la enfermedad renal crónica alcanzó los 1,2 billones de dólares en 2017, con proyecciones de que esta cifra aumente a 2,5 billones de dólares para 2030.
El mensaje es claro: realizarse pruebas regulares, especialmente si se tienen factores de riesgo, y adoptar hábitos saludables para cuidar los riñones. La combinación de educación en salud, tecnología de diagnóstico avanzada y seguimiento médico oportuno puede cambiar el rumbo de esta enfermedad silenciosa, brindando mejores oportunidades de tratamiento y una mejor calidad de vida para millones de personas en América Latina.