PREFIEREN TENER MASCOTAS EN LUGAR DE HIJOS: “NO ES UN REEMPLAZO, ES UNA OPCIÓN”
El cambio de niños a mascotas va acorde al momento actual que vivimos.
Tener un hijo requiere mucho tiempo y esfuerzo”, aseguró un sociólogo y psicoanalista sobre la tendencia de preferir mascotas en lugar de tener niños
Encontrar el amor, casarse, tener hijos… Aunque hay personas que están cómodas con los estándares de una familia más tradicional, los tiempos también están cambiando y hay quienes están revolucionando el concepto de cómo vivir, lejos de cualquier paradigma previamente instaurado.
“Egoísta”, “terminarás por aburrirte”, “¿quién te va a cuidar cuando envejezcas?” y muchas frases de este mismo estilo son las que se suelen escuchar las parejas y, en especial, las mujeres que optan por no tener hijos. Y ni qué decir cuando prefieren ser madres o padres de una mascota, como un perro o un gato.
Pero elegir adoptar una mascota no se trata de reemplazar a un hijo, sino de elegir una “opción”. Así lo aseguró Patricia Camargo, una mujer de 38 años que tuvo que enfrentarse a su familia tras la decisión de no ser madre de un humano, sino de un pequeño perro que adoptó junto a su esposo.
¿Qué dice la ciencia sobre preferir tener mascotas a un hijo?
“El cambio de niños a mascotas va acorde al momento actual que vivimos. Tener un hijo requiere mucho tiempo y esfuerzo, lo que puede conllevar ciertas dificultades en la promoción profesional de las mujeres, dado que muchas de ellas abandonan el mercado laboral para cuidar de sus hijos y luego ese regreso sigue lleno de retos”, aseguró el sociólogo y psicoanalista, Wlaumir Souza, a BBC Mundo.
Pero también añadió otros factores, como la situación económica y la inseguridad de criar un hijo en el mundo actual.
Además, el experto afirmó que la convivencia con animales es más sencilla que con humanos, pues no cuestionan y son fieles a sus dueños
Dependencia emocional o codependencia
Al igual que se puede haber dependencia afectiva con una pareja, los hijos, los padres o amigos, se puede generar con una mascota.
Esto es, cuando una persona pone su relación por encima de todo, incluyéndose a sí mismo, su trabajo o sus otras relaciones afectivas. No permite intrusiones entre el otro ser y sí mismo y comienza a marcar sus actividades en relación con esa persona o animal: abandona sus aficiones, sus relaciones personales y prioriza en todo momento el bienestar de ese ser del que es dependiente sobre el bienestar propio o de cualquier otro.
Lo que hay que tener claro
1.Son especies diferentes. Humanizar un animal de otra especie es distinto a hacerlo sufrir y llevarse una serie de decepciones. No se puede esperar que un gato o un perro sean vegetarianos, que pierdan sus instintos de caza o respondan como queremos que lo hagan. Son seres con características de especie propias y dueños de un carácter y personalidad también propios.
2.Los objetivos y propósitos en la crianza de un hijo son totalmente diferentes a los de la relación con un animal, ya que la manera de apego entre seres humanos tiene características exclusivas de la especie. Nosotros procesamos elementos afectivos, pero también cognitivos y esto es importante a nivel evolutivo y biológico
3.Los animales tienen un rango de vida menor que el humano (entre 15 y 20 años en el caso de las mascotas domésticas).
3.No hay expectativas puestas en las mascotas, es decir, no se espera como en los hijos una independencia futura.
Lo claro es que nunca podrá comparar la relación entre los seres humanos y las mascotas y entre los seres humanos y los hijos. Si bien las mascotas pueden ser depositarias del afecto y proporcionar compañía, no remplazan el ejercicio de la paternidad o de la maternidad.
Ya se habla de la era de los ‘perrhijos’, un modelo de familia multiespecie en un país en el que ya hay más perros que niños. La Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos para Animales de Compañía señala que en España, el número de perros registrados ha aumentado un 38% en los últimos tres años, alcanzando la cifra los 9,3 millones de perros. Por lo tanto, en las casas españolas hay 15 millones de mascotas, frente a 6,6 millones de niños menores de 15 años.