
Día Mundial de la Salud: la importancia de los buenos hábitos para prevenir enfermedades crónicas
Las prácticas cotidianas, como la alimentación y el manejo del estrés, son una forma de prevención de diabetes, hipertensión, obesidad, entre otras condiciones médicas.
En el Día Mundial de la Salud, los especialistas destacan que adoptar hábitos adecuados es la mejor forma para evitar enfermedades crónicas. La diabetes, las cardiopatías, la hipertensión, la obesidad o algunos tipos de cáncer son afecciones de desarrollo gradual que perduran en el tiempo. Según la Conferencia Global Vitality 2024, estas provocan el 70 % de las muertes en el mundo y su aparición está ligada a cuatro conductas evitables: sedentarismo, dieta desequilibrada, consumo excesivo de alcohol y tabaquismo.
Jenny Morón, coordinadora académica de la carrera de Enfermería de la Universidad Tecnológica del Perú (UTP), sostiene que la base para una vida saludable comienza en la infancia. “Promover hábitos en edades tempranas es esencial para que los niños se conviertan en adultos responsables e independientes. Rutinas dinámicas y horarios estructurados no solo organizan su mente, sino que les permiten anticiparse a situaciones cotidianas”, explica. Resalta el rol no solo de los padres, sino también de los colaboradores que trabajan en el sector salud y los profesores en esta tarea. “Nuestra labor es concientizarlos sobre su influencia en la calidad de vida futura de los menores”, indica.
La conexión entre alimentación y ejercicio
Morón destaca que una adecuada nutrición y la actividad física son pilares para una vida saludable. “La comida y el ejercicio van de la mano. Es fundamental recibir asesoría nutricional personalizada y diseñar rutinas realistas”, señala. Sin embargo, advierte sobre los desafíos para mantener estos hábitos: “El factor tiempo, el aburrimiento, las lesiones o la falta de confianza suelen llevar al abandono de los planes establecidos”.
Por ello, la especialista invita a empezar el cambio mediante la “escalera de hábitos”, una metodología basada en tres pasos:
- Establecer un objetivo claro. Jenny Morón indica que definir metas realistas y específicas es el primer paso para transformar hábitos. “Un objetivo claro actúa como brújula. Por ejemplo, si se busca mejorar la alimentación, se debe identificar si se busca reducir azúcares, incluir más vegetales o controlar porciones”, explica. Asimismo, recomienda priorizar acciones según las necesidades individuales, como manejo del estrés, reducción de hábitos nocivos, entre otros.
- Iniciar con acciones pequeñas. Morón insiste en que la clave está en la consistencia, no en la intensidad inicial. “El cerebro se resiste a cambios abruptos. Si el objetivo es hacer ejercicio, la clave es empezar con caminatas de 15 minutos tres veces por semana. Los pequeños logros generan confianza”, indica.
- Repetir e intensificar. Mantener la rutina durante 4 a 6 semanas antes de aumentar la intensidad. Según la coordinadora de la UTP, este periodo es el tiempo mínimo para que el cerebro integre un hábito como parte de la rutina. “Solo después de esto se debe aumentar la dificultad”, precisa.
Los hábitos controlan entre el 40 % y 50 % de nuestras vidas, según la experta. “Pequeños cambios, como ajustar horarios de sueño o incluir vegetales en cada comida, generan impactos profundos a largo plazo”, recalca Morón. “En un mundo donde las enfermedades crónicas avanzan, adoptar prácticas preventivas se vuelve una responsabilidad individual y colectiva”, concluye.