Expertos advierten sobre las limitaciones del aluminio como conductor eléctrico en instalaciones residenciales
Sostienen que el aluminio se calienta hasta 12 veces más que el cobre, incrementando significativamente el riesgo de incendios. Su menor eficiencia energética provoca un mayor consumo de electricidad, lo que se refleja directamente en un incremento en el recibo de luz.
Ante la circulación de algunas voces sobre el uso del aluminio como conductor eléctrico en el Perú, expertos del sector advierten que este metal presenta importantes limitaciones técnicas y de seguridad que lo hacen inadecuado para uso en instalaciones residenciales (tanto para vivienda como para oficinas y comercios). Además, su implementación implicaría mayores costos, impactando negativamente en la economía de las familias peruanas. Por el contrario, el cobre es el material estándar y aprobado por el marco legal actual en conductividad eléctrica, ofreciendo eficiencia, seguridad y durabilidad en los sistemas eléctricos.
Desde el punto de vista técnico, una de las principales desventajas del aluminio como conductor eléctrico es que para transmitir la misma cantidad de energía que el cobre, requiere “mucho mayor grosor”, lo que técnicamente podría lograrse con un área transversal hasta 2.5 veces mayor. “Esto implica el uso de cables significativamente más gruesos, lo que a su vez demandaría una reestructuración de los espacios destinados a las tuberías y un rediseño integral del sistema eléctrico” explica José López, Offer Manager para el segmento de infraestructura, minería y generación de INDECO by Nexans, empresa líder en el desarrollo de soluciones de conectividad. Además, el aluminio tiende a calentarse mucho más que el cobre, incrementando de manera considerable el riesgo de sobrecalentamiento y posibles fallos en los sistemas eléctricos.
En esa misma línea Orlando Ardito, gerente general de la Asociación Gremial de Empresas Internacionales de Productos Eléctricos del Perú – EPEI Perú, señala que, en un escenario hipotético de modificación de las instalaciones interiores, sería indispensable utilizar conductores de un diámetro o “grosor” considerablemente mayor. Esto no solo requeriría el reemplazo de las tuberías de canalización, sino también la adopción de otro tipo de tomacorrientes, una forma diferente de hacer los empalmes, entre otros temas.
Mayor riesgo de cortocircuito e incendio
Desde el punto de vista de la seguridad, el aluminio presenta riesgos importantes debido a su alta sensibilidad al calor. Su conductividad eléctrica equivale al 60% IACS (unidad de referencia basada en la conductividad del cobre), mientras que el cobre alcanza el 100% IACS. Además, el aluminio se calienta hasta 12 veces más que el cobre, lo que incrementa su vulnerabilidad en condiciones de alta temperatura. “Cuando se expone a altas temperaturas, el recubrimiento plástico de los cables se derrite más rápidamente, dejando el metal al descubierto y aumentando el riesgo de cortocircuitos e incendios”, explica Ardito.
De acuerdo con datos del Cuerpo General de Bomberos Voluntarios del Perú, a nivel nacional en los últimos 5 años se han registrado en promedio 13,500 incendios urbanos al año, de los cuales el 70 % están relacionados con fallas eléctricas, muchas veces causadas por el uso de dispositivos falsificados o subestándar.
Impacto en la economía de los peruanos
Aunque el aluminio es más económico que el cobre en términos iniciales, su menor eficiencia en la transmisión eléctrica genera un aumento considerable en el consumo energético. Esto se traduce en facturas de electricidad más elevadas, impactando directamente la economía de las familias peruanas. En consecuencia, lejos de ser una opción económica, su uso representa una alternativa poco viable desde el punto de vista financiero además de ser potencialmente riesgosa en términos de accidentabilidad
Por otro lado, el Código Nacional de Electricidad establece que el cobre es el único material permitido para instalaciones eléctricas de interior en baja tensión, lo que evidencia su importancia. Además, Perú, como segundo mayor productor mundial de cobre en 2022, con un 10% de participación global, ve en este metal un pilar económico clave, aportando el 10.9% de los ingresos tributarios internos en enero de 2024, según el Ministerio de Energía y Minas.