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Primer día de clases: cómo ayudar a los niños en el desafío del desapego
Son muchas las preguntas que surgen entorno a cómo sobrellevar esta experiencia y evitar posibles situaciones traumáticas para los más pequeños. Expertos entregan posibles estrategias para enfrentar este importante cambio de la vida cotidiana.
El ingreso al jardín infantil y al colegio es uno de los momentos más significativos en la vida de un niño o niña. Para muchos, es la primera vez que se separan de su familia por varias horas, enfrentándose a un entorno desconocido. Este proceso, que puede generar ansiedad y temor, es un desafío tanto para ellos como para sus familias.
Las emociones de los niños y su primer día
La directora de la Escuela de Educación de Iplacex, Ana María Tello, explica que dependiendo de la edad y del tipo de apego que tengan con sus cuidadores, niños y niñas pueden reaccionar de distintas maneras al ingresar por primera vez a un espacio educativo.
- En niños menores de 2 años, el apego con los padres es muy fuerte, la separación puede generar angustia, llanto y resistencia en los pequeños. La neurociencia señala que el cerebro infantil aún no tiene la capacidad de gestionar estas emociones por sí solo, por lo que necesita un adulto que le brinde seguridad.
- Por otro lado, los niños entre 2 y 4 años, aunque ya han desarrollado mayor independencia, algunos siguen experimentando ansiedad ante la separación de sus padres/cuidadores. El temor al abandono y la incertidumbre sobre qué sucederá pueden manifestarse con llanto o resistencia a quedarse.
- Entre los 4 y 6 años,los niños comprenden mejor la rutina escolar, pero aún pueden sentirse inseguros. El miedo a lo desconocido, la adaptación a nuevas normas y la interacción con compañeros que conocen por primera vez puede generar ansiedad o estrés.
¿Puede ser traumático el ingreso al colegio?
Este cambio puede ser una experiencia difícil, pero no tiene por qué ser traumática si se maneja de forma adecuada. Cuando el proceso de adaptación es forzado o no se conduce con paciencia y empatía, el niño puede desarrollar rechazo al colegio e incluso estrés emocional durante su estadía en el establecimiento.
¿Cuál es el rol de la familia en la adaptación escolar?
Los niños perciben el mundo a través de las emociones de sus cuidadores. Si los padres muestran nerviosismo o inseguridad, es probable que el niño también lo haga.
Independiente de la etapa en que se encuentre, si ha construido un apego seguro en sus primeros años podrá adaptarse con mayor facilidad a esta separación.
“Es fundamental transmitir tranquilidad y confianza, explicar con cariño lo que sucederá en el colegio, siempre desde la vivencia de una experiencia positiva. Validar sus emociones, permitir que el niño exprese su miedo o tristeza sin minimizar sus sentimientos. Frases como «es normal que te sientas así, a mí me ocurrió lo mismo a tu edad, es un lugar nuevo donde conocerás muchos amigos» pueden ayudar”, indica la académica.
Fomentar su autonomía en casa antes del ingreso al mundo escolar, practicar pequeñas rutinas como guardar su mochila o comer solo para que el niño se sienta más seguro al enfrentar el colegio.
Estrategias para una adaptación exitosa
Tanto en las familias como los colegios pueden implementarse estrategias de adaptación progresiva. Entre ellas, la docente Ana María Tello recomienda:
- Realizar un ingreso gradual. Permitir que los niños asistan por períodos cortos de tiempo en los primeros días, aumentando progresivamente la jornada.
- Considerar la participación de los padres. En algunos establecimientos, se permite que los padres permanezcan unos minutos al inicio de la jornada con el niño hasta que se sienta seguro.
- Llevar un juguete o una prenda familiar. Un objeto conocido y querido, puede ayudar al niño a sentirse más acompañado en este nuevo espacio.
- Comunicación con los educadores/docentes. Informarse sobre cómo está viviendo el niño/a su proceso de adaptación y coordinar estrategias en conjunto.
El ingreso al jardín infantil o al colegio es un tránsito natural en la vida de los niños, un proceso que abre la puerta a nuevas experiencias de aprendizaje y socialización. “Es fundamental abordarlo con sensibilidad, respetando los tiempos de cada niño y validando sus emociones”, agrega Tello.