Recordemos lo que es bueno, olvidando lo que es malo
Por Claudio Valerio, Campana, Buenos Aires.
Es extraño que siempre que cuestionemos los sufrimientos de la vida y no las cosas buenas que recibimos y sin saber si merecemos tales bendiciones… Viviríamos mejor y seríamos más felices si pensásemos en el cuanto tenemos de bueno, arrumbando lo que juzgamos malo.
En una institución de niños con discapacidad, una niña fue abordada por una mujer que, de manera no delicada, le escribió en su pizarra: «¿Querida, por qué eres sorda-muda?». Las lágrimas empezaron a rodar en el rostro de la pequeña. Después de una pausa, agarró el lápiz y la pizarra y escribió: «Aun así, Padre, yo te alabo por mi visión.»
Una pregunta negativa obtendrá una respuesta negativa, una pregunta positivaobtendrá una respuesta positiva. En nuestro ejemplo, la niña podría haber escrito, cómo respuesta, «¿por qué usted oye y habla?»; pero, una mente positiva puede evitar el estrés y ayuda a la persona a sentirse mejor.
Si nos alegrásemos por todo aquello que Dios nos da y extrañásemos lo que Él no nos dio aún, nuestra vida sería maravillosa.
Hay tiempo para todo y es bueno saber vivir con el mucho y con el poco… Recibir con satisfacción aquello que Dios nos concede, en el día que Él juzga ser bueno para darnos y en la hora apropiada para que la recibamos, es el secreto de la verdadera paz y felicidad.
Entendiendo que la voluntad de Dios es perfecta, el tiempo de Dios es atinado y que la manera que Él hace las cosas, es inigualable; hará que no nos pongamos ansiosos y seremos siempre felices.