Retinosis Pigmentaria: Enfermedad crónica y hereditaria que provoca la degeneración progresiva de la retina
Se recomienda que estos pacientes reciban apoyo psicológico para reducir los problemas emocionales causados por la pérdida de visión
El último domingo de setiembre es el Día Mundial de la Retinosis Pigmentaria (RP). Enfermedad de origen genético de la retina que puede causar ceguera nocturna, pérdida progresiva de agudeza visual y reducción de los campos visuales. El doctor Álvaro Rivera, oftalmólogo de la Clínica Ricardo Palma, explica que se caracteriza por causar dificultad para ver en la oscuridad y por la pérdida progresiva de la visión periférica hasta tener visión tunelizada o baja visión.
Los primeros síntomas de la afección pueden aparecer en la infancia o adolescencia; sin embargo, no se toman en cuenta hasta cuando la patología está avanzada y limita las actividades diarias del paciente. Los síntomas suelen ser distintos entre persona y persona, por lo que la velocidad de la pérdida de la visión varía según el tipo de gen que tenga cada individuo.
El diagnóstico se realiza a través de un electroretinograma y una tomografía de coherencia óptica que muestran el padecimiento y la atrofia de los fotorecepctores y epitelio pigmentario de la retina. Por lo general, no tiene cura, excepto cuando es causada por ciertas variantes genéticas. En la actualidad, se están realizando varias investigaciones sobre tratamientos de esta enfermedad para mejorar la calidad de vida de quien la padece.
Todo hombre y mujer con diagnóstico de RP debe tener controles anuales con el oftalmólogo para vigilar posibles complicaciones de la misma patología y pasar por consejería genética para saber qué posibilidades tiene de pasar esta dolencia a su descendencia. Sus complicaciones más frecuentes son: cataratas que se pueden operar y edema macular que suele manejarse con medicamentos tópicos y sistémicos.
De igual forma, se recomienda que estos pacientes reciban apoyo psicológico para reducir los problemas emocionales causados por la pérdida de visión y orientación para desarrollar habilidades que le permitan adaptarse a su discapacidad y mantener su autonomía.
Las personas con antecedentes familiares de RP deben pasar por revisiones periódicas con el oculista a fin de recibir un diagnóstico temprano, proteger los ojos de los rayos ultravioleta, realizar actividades físicas y tener un manejo adecuado del estrés.